El calor de las celebraciones
El invierno en Calella es como un cuento. Todo comienza con el ajetreo previo a la Navidad: preparar la decoración, las compras de regalos, las cartas a los Reyes Magos y las cenas de empresa. El encendido oficial de la iluminación en la calle acompaña este arranque, poniendo color en las noches más oscuras del año. Una oscuridad que hace del reflejo de la luna en el Mediterráneo una vista habitual: en la playa o desde el faro, el mar bajo la noche abierta tiene el color del mercurio y la plata.
La Navidad finaliza con una noche muy especial. La tarde del 5 de enero, la cabalgata de los Reyes Magos recorre la ciudad. Llueven caramelos y la madrugada del 6, los niños encuentran sus regalos. El nuevo año (que los más valientes reciben con un baño en el mar el 1 de enero) lleva los buenos propósitos, y durante las primeras semanas crece el número de corredores en el paseo Manuel Puigvert. Un poco de ejercicio que el cuerpo agradece tras las comidas de las fiestas.
En enero llega la calma. El sol del mediodía es el acompañante perfecto del vermut, que siempre tomamos en una terraza, porque el invierno en el mediterráneo se disfruta al aire libre. Los excursionistas aprovechan la bajada de temperaturas para calzarse las botas y caminar en las montañas, donde los vientos frescos del mar filtrados por los árboles son un baño de energía. Y así, entre excursiones y vermuts, los calellenses nunca perdemos la rojez, un color que el sol suave de esta época nos pinta en la nariz y en las mejillas.
Este es nuestro cuento de invierno, una escena costumbrista que finaliza con el Carnaval del Alt Maresme. Grandes y pequeños nos disfrazamos para festejar, con bailes, colores y gritos, que la primavera está cerca.
El concejal Albert Torrent, en representación del Ayuntamiento de Calella, ha recogido hoy este distintivo de proyección internacional como reconocimiento a las buenas prácticas medioambientales de la ciudad en una jornada organizada por el Consorcio de Promoción Turística Costa del Maresme.
Calella es una Villa Florida. Nos gusta cuidar de las plantas y hacer lucir las calles. Balcones coloreados pintan las fachadas con flores y un bosque mediterráneo de pinos y encinas invita al ocio dentro del Parque Dalmau. Esta afición, que compartimos vecinos e instituciones, se hace protagonista durante un fin de semana en una fiesta llena de colores que nos viste de primavera.
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