Cada año, la festividad de Corpus llena las calles de Calella de colores y perfumes, una tradición que aún perdura en muchas poblaciones catalanas. Se dice que su origen se encuentra en las decoraciones con hierbas y flores que se hacían antiguamente en los hogares romanos, cuando llegaba la primavera.
De buena mañana, la ciudad se viste con las alfombras de flores que entidades, asociaciones y vecinos han preparado semanas antes. Los diseños son muy variados, con figuras y dibujos muy diversos que se adornan con pétalos, semillas y elementos florales de todos los colores. Una explosión de fragancias e imaginación que atrae la mirada de visitantes y curiosos venidos de todas partes, que admiran la espectacularidad de las creaciones amateurs hechas por vecinos, familiares y voluntarios de todas las edades.
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