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Viaje al pasado

El Museo pluridisciplinar del que destaca la Pinacoteca Gallart y la Farmacia Valle. Además, dispone de un archivo con información general y documental, y un patio destinado a usos públicos.

El Museo-Archivo Municipal de Calella Josep M. Codina y Bagué, en el centro histórico de esta población del Maresme, es un museo local pluridisciplinar que investiga, conserva y difunde los diferentes aspectos del patrimonio de la ciudad. Está instalado en un gran casal del siglo XVII, conectado por un gran patio con el archivo, que se encuentra en un edificio de nueva planta que da en la calle de Bartrina. La superficie total de las instalaciones del museo es de 1.145 m2.

La iniciativa ciudadana

El Museo-Archivo Municipal de Calella Josep M. Codina y Bagué fue fundado el junio del 1959 por iniciativa de un grupo de calellenses con inquietudes por el patrimonio de la ciudad. El 1961 se dotó de un pequeño almacén y de un reglamento de régimen interior, pero la carencia de apoyo institucional impidió su desarrollo. El año 1978 se empezaron las obras de acondicionamiento parcial de la planta baja del actual edificio, de forma que en diciembre del año siguiente se abrieron al público las dos primeras salas. Este edificio es un gran casal de tres plantas, edificado en el siglo XVII, del cual destaca la fachada, con un portal de medio punto y ventanales con dintel recto, jambas y alféizar de piedra, sin ornamentar. En lo alto se ven las ménsulas de un matacan ya desaparecido.

Desde 1979, el crecimiento cualitativo y cuantitativo del museo y de sus colecciones ha sido constando, gracias a la colaboración ciudadana, hasta acontecer la institución fundamental en la gestión y la conservación del patrimonio local. El 1982 el Ayuntamiento le otorgó personalidad jurídica, al instituir la Fundación Pública Municipal Museo-Archivo de Calella. Posteriormente se creó la Asociación de Amigos del Museo para canalizar la colaboración ciudadana. El archivo histórico cuenta con un importante fondo documental, que se nutre de las aportaciones municipales y de varias entidades y familias calellenses, con documentos que se remontan hasta el siglo XI.

La colección se compone mayoritariamente de objetos relacionados con la ciencia y la técnica, especialmente vinculados a la fabricación de géneros de punto y de objetos artísticos. También hay elementos de artes decorativas y materiales arqueológicos, fruto de las excavaciones en la villa romana del municipio.

Actualmente supera los quince mil objetos. Estas colecciones se muestran al público a las tres plantas del edificio principal, con más de 500 m2 de espacio expositivo.

La exposición permanente trata sobre la historia de Calella y del Maresme. Ofrece una gran diversidad de objetos patrimoniales: minerales, fósiles, materiales arqueológicos, baldosas, cerámica popular, maquinaria textil, muestrarios de géneros de punto, herramientas de oficios tradicionales, documentos, vestidos, ropas, bordados... Además de la Pinacoteca Gallart, una farmacia de comienzo del siglo XX y la reproducción de una cocina antigua. Los materiales que no están expuestos se conservan en un almacén del edificio nuevo.

El funcionamiento del museo se basa en el trabajo voluntario de sus colaboradores, a pesar de que desde 1982 tiene la consideración de Fundación Pública Municipal, dirigida por un patronato y un consejo de gerencia. Dispone de una Asociación de Amigos del Museo que le presta apoyo.

Colecciones y contenido

A la planta baja, a la derecha de la entrada, hay una sala pluridisciplinar, destinada especialmente al público escolar, donde se muestran minerales, fósiles y materiales arqueológicos encontrados a la población. Destacan las ánforas, algunas de las cuales de fabricación local, los ungüentarios, un cepo de plomo de àncora romana, una piedra de molino y una colección de pesas de telar, que hacen referencia al primer precedente de la actividad textil a la población. Al lado hay una sala pequeña con una muestra de cerámica popular y de baldosas de los siglos XVIII al XX.

El pasado textil

A la izquierda de la entrada hay dos salas que muestran un conjunto de maquinaria textil y muestrarios de género de punto, una actividad que dio mucho renombre en Calella entre 1767, cuando llegó el primer telar, y la Guerra Civil. El producto local por excelencia eran las medias de seda y de algodón.

La visita sigue por una sala dedicada a recordar los oficios tradicionales y sus herramientas, agrupadas por profesiones dentro de grandes vitrinas y complementadas con plafones informativos.

El comercio con ultramar

La siguiente sala contiene documentación referida al comercio entre la ciudad y las colonias de ultramar. Estos contactos comerciales fueron muy importantes desde el último tercio del siglo XVIII hasta la pérdida de las colonias, y fue acompañado de una importante industria de construcción naval. Desde 1854, en Calella se construían grandes barcos y barcas de pesca.

La Pinacoteca Gallart

El primer piso del museo está dedicado íntegramente a la Pinacoteca Gallart, con más de doscientas obras, que se exponen de forma rotativa. Se trata de aceites y dibujos de técnicas variadas, de tipo figurativo, producidos por el artista calellenc Lluís Gallart y Garcia. Por su singularidad, la Pinacoteca Gallart dispone de un organismo propio dedicado a su conservación, gestión y difusión.

Una farmacia modernista

A la segunda planta se ha reinstalado la farmacia Valle de Calella, de estilo modernista con aportaciones de elementos más antiguos. Destaca el mobiliario, blanco y dorado, con decoración floral y vitrinas coronadas por arcos conopials, donde se muestran los botes de farmacia y el material de laboratorio. De la farmacia se pasa a las dos salas más recientes del museo, que contienen la reproducción de una cocina antigua con todos sus enseres, las cerámicas y las herramientas de hierro.

En las paredes se exponen varias colecciones de pesas y medidas que complementan el conjunto.

Las puntas

La última sala se dedica a la exposición de una muestra de vestidos, ropas y bordados, así como blondas, randas y puntas producidas por las puntaires locales, que lograron mucha fama a partir del siglo XVIII. Casi todas las mujeres del pueblo se dedicaban a esta actividad.